También en ese momento el P. Eugenio conoció el Corazón de Jesús a través del P. Damián de Molokai, y el Corazón de Jesús: “Surgió en mí el deseo de ser su misionero. Desde entonces trato cada día de dejarme amar por este Corazón que tanto ha amado a los hombres y poder trasmitirlo a los demás”.
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